La Reconquista

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Sophia Spehar/The Occidental

Todo cambia, también, todo queda lo mismo.

Es que los últimos días del mundo fueron

también los primeros de la vida nueva.

Y así es todo: diferente, pero igual —

El mar y la playa; el sol y la luna; mi rostro y tuyo.

Pero no es que el día y la noche son iguales,

ni inversiones, pero fantasmas entrelazados.

La estructura de límites se desintegra:

La estación del ‘Gold Line’ que tomo en Pasadena

es la misma que la estación de Montparnasse

que mi papá tomaba cuando tenía mi edad.

Es porque así es la immigracion: no tiene retorno,

no podemos regresar. Estamos todos enredados.

El inmigrante es la precondición de humanidad.

Soy hijo de inmigrantes, y por eso soy ciudadano;

Soy colonizador, y también soy colonizado.

Pero en mi corazón, en mis fantasías, fui yo

que dejó a todo para venir a los Estados Unidos,

y mis padres son mis hijos, y gano nuestro pan

sin su ayuda, sin la ayuda de nadie,

pero sólo con mi sangre y mi cuerpo roto.

En nuestra vida, tenemos que decolonizar;

pero también, nosotros dos, necesitamos reclamar.

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