Todo cambia, también, todo queda lo mismo.
Es que los últimos días del mundo fueron
también los primeros de la vida nueva.
Y así es todo: diferente, pero igual —
El mar y la playa; el sol y la luna; mi rostro y tuyo.
Pero no es que el día y la noche son iguales,
ni inversiones, pero fantasmas entrelazados.
La estructura de límites se desintegra:
La estación del ‘Gold Line’ que tomo en Pasadena
es la misma que la estación de Montparnasse
que mi papá tomaba cuando tenía mi edad.
Es porque así es la immigracion: no tiene retorno,
no podemos regresar. Estamos todos enredados.
El inmigrante es la precondición de humanidad.
Soy hijo de inmigrantes, y por eso soy ciudadano;
Soy colonizador, y también soy colonizado.
Pero en mi corazón, en mis fantasías, fui yo
que dejó a todo para venir a los Estados Unidos,
y mis padres son mis hijos, y gano nuestro pan
sin su ayuda, sin la ayuda de nadie,
pero sólo con mi sangre y mi cuerpo roto.
En nuestra vida, tenemos que decolonizar;
pero también, nosotros dos, necesitamos reclamar.